Según
un informe, del año 2009, firmado por la Organización Internacional
del Trabajo (OIT), a causa del Día Mundial contra el Trabajo
Infantil, hay más de 100 millones de niñas en el mundo, forzadas a
realizar el trabajo infantil. Pueden llegar a trabajar hasta 18
horas, cada día, por lo que no pueden llegar a ir a la escuela, ni
se relacionan con más personas, que no sean los propios dueños de
la casa. Así, quedan en una situación muy peligrosa de
vulnerabilidad, sin ningún tipo de ayuda y en una clara dependencia
de sus jefes o dueños, por lo que van a sufrir abusos, tanto
físicos, emocionales como sexuales. La mayor parte de las niñas
trabajan en el ámbito doméstico, donde no tienen protección ni
están reguladas, salvo en algunas ocasiones. Sobre todo, sucede en
América Latina, en África y en el sudeste asiático, donde hay que
destacar Filipinas, Bangladesh, India o Tailandia, donde el 81% de
las trabajadoras, en el ámbito doméstico, sólo tiene entre cinco y
doce años. Pero, ¿qué es lo que lleva a una niña tener que
trabajar? Hay diversos motivos. En algunos casos, son sus propios
padres quiénes les buscan un empleo, dentro del servicio doméstico
-o cualquier otro, que se le puede ofrecer-, con el fin de poder
recibir más ingresos, para poder hacer frente a la dura situación
familiar o para poder garantizar su manutención. O prefieren que
sea la otra familia, quien se encargue de las pequeñas.
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