Tenemos
que recordar que, en esta época, se presentó un fenómeno, de
manera paralela, tanto en Gran Bretaña como en Irlanda: se solía
practicar el internamiento de aquellas mujeres que, desde el punto de
vista de su entorno, tenían algún tipo de disfunción social. Las
mujeres eran internadas en dichas instituciones si lo solicitaba su
familia o un sacerdote. Como no tenían un miembro de su familia, que
las pudiera reclamar, se encontraron que pasarían el resto de su
vida allí. Algunas decidieron tomar los votos religiosos, ante la
imposibilidad de salir de allí. En Irlanda, un país con una fuerte
tradición conservadora, a la hora de hablar de moralidad sexual, los
asilos de las Magdalenas fueron muy bien aceptado por la gran parte
de la sociedad. Pero, fueron desapareciendo con los cambios, que
fueron introducidos por la estructura de valores morales, a la hora
de tratar la sexualidad o, como dice Frances Finnegan, terminó su
época dorada, cuando dejaron de ser realmente rentables y por la
llegada de las lavadoras eléctricas, hizo que tuvieran los días
contados. El asilo de las Magdalenas, por muchas feministas, es visto
como otro ejemplo de que la sexualidad, en el caso de las mujeres es
castigado. En el caso de los hombres, incluso, está bien visto.
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