Las
penitentes, que buscaban ayuda en estas instituciones, eran obligadas
a trabajar, de manera básica, en las lavanderías. A causa de que el
movimiento de las Magdalenas se estaba alejando, poco a poco, de la
idea original de dicho movimiento de rescate, o sea, sacar a las
prostitutas de la calles, que no encontraban otra manera de encontrar
empleo, a causa de su historial, los refugios empezaron a convertirse
en una especie de prisión. Los mismo fueron puesto bajo la sutoria
de las Hermanas de la Misericordia. Las internas se encontraban con
la obligación de llamar madres, durante todo el tiempo, a las
hermanas, sin tener en cuenta su edad y estas las llamaban hijas,
tradición que se mantuvo hasta 1970. para que se mantuviera el orden
y la atmósfera monástica, a las internas se les obligaba llevar un
estricto silencio, a lo largo de buena parte del día. Esta regla fue
uno de los aspectos más relevantes, en la vida de esta mujeres y
duró hasta mediados del siglo XX. El castigo corporal era una
practica común y el comportamiento pasivo agresivo, sencillamente,
era ignorado. Cuando estas instituciones empezaron a afianzarse,
empezó a extenderse más allá de mujeres, que ejercían la
prostitución, sino a madres solteras, que eran víctimas de abuso
sexual infantil femenino. Incluso, chicas que eran consideradas muy
promiscuas o coquetas, por parte de su comunidad, eran enviadas a
estos asilos.
Foto:
fuente
No hay comentarios:
Publicar un comentario