La zona noreste de Japón está logrando recuperarse, a pasos agigantados, eso es un hecho, tras sólo un año, desde la dura tragedia que tuvieron que vivir. Pero, a pesar de ello, los innumerables daños que el desastre provocó en las víctimas, ha alargado, todavía más el dolor entre la comunidad de personas desplazadas, de la zona afectada por el suceso. Ante esto, las mujeres han logrado convertirse en el verdadero motor de la recuperación psicológica de las ciudades y pueblos más afectados. La falta de empleo y el aislamiento han provocado que, en algunas localidades afectadas, se hayan aumentado los casos de alcoholismo, sobre todo, entre los hombres mayores y un aumento de la agresividad, creciendo los casos de violencia doméstica y suicidios -hay que recordar que, en Japón, los hombres son mucho más cerrados, culturalmente-. Para lograr reducir el estrés, las organizaciones han llevado a cabo distintas actividades culturales, talleres y, hasta han creado u huerto, para lograr dinamizar al grupo más aislado, o sea, los hombres. Las mujeres hablan más, se han hecho más fuertes, por que han decidido tirar para delante. Hay que recordar que estamos hablando de una de las catástrofes de mayores dimensiones de la historia, con un total de dos millones de muertos y 475.000 evacuados.
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