Sorprende el hecho de que la mujer española, trabajadora, lo tiene, todavía, complicado, en comparación con sus homólogas, del resto de Europa: perciben, de media, un 22% menos de salario, por el mismo trabajo, que un hombre y nos encontramos con las tasas de empleo más altas, de toda la Unión Europea -un 64,7% frente al 52,3%% de los hombres-. Y, apenas un 19% están ocupando un cargo de dirección y no llegan a ocupar un 5% de los puestos de presidencia. En Portugal, han aumentando las voces que están en contra de cómo le está perjudicando, a las mujeres, la grave crisis económica y el aumento de la tasa de desempleo, entre las mujeres. Un 52,4% de los beneficiarios de las prestaciones sociales son mujeres. Y, en Italia, las mujeres han salido a la calle para solicitar la dimisión de Silvio Berlusconi, por el escándalo del caso Ruby, por el que el político fue juzgado por abuso de poder e incitación a la prostitución de menores.
Mientras tanto, en América Latina, la mujer debe luchar contra la violencia machista, a pesar de que, en la actualidad, nos encontramos con tres presidentas, la brasileña Dilma Rousseff; Laura Chinchilla, de Costa Rica y Cristina Fernández, en Argentina. Hay que nombrar al exmandatario de Chile, Michelle Bachelet y, en México, Josefina Vázquez, del Partido Acción Nacional, tiene posibilidades para convertirse en la primera presidenta del país. Pero, la preocupación más importante que tienen estos países, es el tema de la violencia de género y, aunque todos han aprobado leyes contra esto, no se ha logrado reducir las cifras. Y, por ejemplo, Evo Morales, el presidente de Bolivia, ha sido duramente criticado por sus bromas y comentarios machistas, que ha realizado en actos públicos.
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