Tanto
en el caso de los hombres casados, que llevaban a cabo uniones de
facto, de manera complementaria, como las mujeres, que forman parte
de algunas clases bajas, se van a caracterizar por tener relaciones
de pareja, que son bastante inestables. En los sectores femeninos,
que se ven más desfavorecidos, el desfile de compañeros era, de tal
manera, que “en
el extremo máximo la unión consensual toca lindes de comercio
sexual”; incluso,
en algunos hospitales públicos la antrópologa, Virginia Gutiérrez,
ha descubierto grupos de mujeres que no sabían quien era el padre de
su hijo. Además, se ha descubierto un liderazgo, en la zona de la
costa, se ha consolidado la infidelidad, eso sí, desde el punto de
vista masculino. Además, en Barranquilla nos encontramos con un
porcentaje de mujeres fieles, que es superior, que en localidades
como Medellín, Cali o Bogotá. Según la antrópologa, una profesora
ya le señaló que la principal cruz que arrastran muchas mujeres de
Colombia es tener que aguantar a un marido, que es muy mujeriego que,
por encima, las celaba. Esta gran diferencia, que existen en los
derechos, por parte de los miembros de una pareja, es la base del
machismo que existe en este país.
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