Ser mujer, en un país como es México, que es un país muy machista y donde nos encontramos con una fuerte desigualdad social, es todo un desafío y, todavía más, si decides que tu profesión sea la política, donde tiene que hacer frente a muchas batallas, de una manera constante, para poder ganar espacios que, de una manera tradicional, han sido ocupados por los hombres. Hay que recordar que cuatro, de cada 10 parlamentarios, que forman parte del Congreso de México, tienen que ser de sexo femenino, pero, conseguirlo, se hace muy cuesta arriba, en medio de un país, en cuya cultura nos encontramos con hechos como que, la mujer, debe pedir permiso a su marido, para poder decidir por quién deben votar. En la carrera por conseguir ocupar un puesto en el Congreso de México y en varios legislativos del Estado, que van a ser renovados en las elecciones, que van a tener lugar el próximo día 1 de julio, han surgido distintas pugnas y manipulaciones, por parte de los partidos, para poder hacer más difícil el camino a las mujeres, que deciden luchar por ocupar un lugar, por hacer de la política, su profesión. O sea, en pleno siglo XXI, una mujer política, en México, sigue siendo casi una utopía.
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