El
elemento más llamativo, de esta clase de agresión, es la extrema
crueldad de las mismas.
"Este
método no es nuevo, puede aparecer repetido ahora, pero es
histórico: hace recordar a la quema de brujas, en la Edad Media".
Las estadísticas de la OVD del Poder Judicial de Tucumán son una
muestra, aunque no completa, del nivel de violencia que se está
ejerciendo sobre las mujeres. A la cabeza nos encontramos con la
violencia psicológica (41%) y, en un 30%, nos encontramos con la
violencia física. En la mayor parte de los casos, nos encontramos
que la relación entre la víctima y el agresor es de cónyuges. Por
otro lado, tenemos a Miguel Lorente, que es el profesor de Medicina
Forense de la Universidad de Granada, que ha analizado los diversos
elementos que son empleados, por parte de los agresores machistas.
Aunque se habla, de manera específica, del empleo del ácido,
incluye, entre otros métodos, los que llevan consigo quemar a la
víctima y, confirma, que nos vamos a encontrar con un doble
objetivo: "buscan ocasionar daño grave, mucho dolor y
complicaciones severas; y, por otro lado, dejar a la persona marcada
con secuelas estéticas brutales. Esto satisface al agresor que, si
no mata a la víctima, deja de perseguirla y acosarla porque ve en
sus cicatrices su firma y la devaluación de la mujer desde el punto
de vista estético -abunda el ex delegado del Gobierno español
contra la Violencia de Género-. Es como si dijeran: 'nadie te va a
querer; te he marcado, he dejado mi firma'".
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